Expertos alertan de un “cambio brutal” en los ríos valencianos tras la DANA y reclaman zonas fluviales con socorristas

Los cauces han variado su morfología y aumentan los riesgos de ahogamiento en espacios sin vigilancia: “La gente va a seguir yendo a los ríos, pongámosles seguridad”

Los cauces de varios ríos de la Comunitat Valenciana, especialmente en la provincia de Valencia, han sufrido un “cambio brutal” en su morfología tras las devastadoras lluvias de la DANA de finales de octubre de 2024. Así lo advierte Salvador Perelló, responsable de Formación de la Federación de Salvamento y Socorrismo de la Comunitat Valenciana, quien lanza una petición clara: crear zonas de baño seguras y con socorristas en aquellos tramos fluviales más frecuentados por la población.

La advertencia llega tras varios episodios recientes de ahogamientos: en solo una semana han fallecido dos personas en el río Turia, entre los municipios de Paterna y Manises, en una zona conocida como el Assut de la Séquia Tormos. A estos se suma la muerte de un joven en mayo en una charca del río Juanes, en Alborache, así como varios casos previos en el río Júcar durante los dos últimos años.

“Los ríos ya no son como los conocíamos”

Perelló señala que los efectos de la DANA han sido devastadores en los entornos fluviales. “Ha cambiado lo que hay dentro. Ha arrastrado todo: lodo, ramas, árboles y hasta coches. Lo que ves por fuera no refleja el riesgo real”, explica. Ese cambio de estructura interna incrementa el peligro de accidentes, especialmente porque muchas de estas zonas carecen de socorristas o de vigilancia.

“A diferencia del mar, donde vemos que el agua sube o baja y cambia, en el río uno se fía de que ‘siempre es igual’, pero ya no es así. El fondo ahora puede atrapar con facilidad, y enganches invisibles son cada vez más frecuentes”, añade.

Prohibiciones sin alternativas no solucionan el problema

Algunos ayuntamientos ya han comenzado a actuar, como el de Buñol, que ha prohibido el baño en varias zonas del río ante los nuevos riesgos. Sin embargo, Perelló insiste en que prohibir sin ofrecer alternativas no es la solución. “La gente va a seguir yendo a bañarse. No se pueden poner vallas a los ríos. Lo lógico sería habilitar tramos concretos, señalizados, vigilados y con medidas de seguridad. Así se hace en otros países europeos”.

Perelló recuerda que actualmente no existen zonas fluviales con servicio de salvamento, ni siquiera en lugares habilitados para el baño o con infraestructuras como vestuarios o chiringuitos. “No tiene sentido que tengamos servicios turísticos pero no socorristas. Estamos pidiendo un milagro, pero si ni siquiera todas las playas tienen vigilancia...”.

Un patrón que se repite: jóvenes en ríos, mayores en playas, niños en piscinas

El responsable de salvamento también ha explicado los perfiles de riesgo: en los ríos, la mayoría de víctimas mortales son jóvenes, por conductas más atrevidas y desconocimiento del entorno; en las playas, suelen ser personas mayores con patologías previas; y en piscinas privadas, la mayor amenaza recae sobre niños pequeños.

Por último, Perelló insta a los municipios a revisar sus zonas de baño tras la DANA y a pensar en la seguridad como prioridad, no como un lujo. “Revisemos los fondos, señalicemos bien, y garanticemos que quien se mete en el agua pueda volver a salir”, ha concluido.

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