El último rey godo vivió en Riba-roja de Túria


+ TURIA | El ‘dux’ Teodomiro dominó desde el Pla de Nadal un amplio territorio en el levante peninsular tras la muerte del Rey Rodrigo
Al dux Teodomiro no le dio tiempo a, o no quiso, acudir a la batalla de Guadalete (711), donde encontró la muerte su rey, don Rodrigo, y donde el ejército visigodo fue aniquilado por las tropas del califato omeya al mando del general Tariq ibn Ziyad.

Tal como explica el diario El País, Teodomiro, que dominaba hasta ese momento una gran provincia goda que se extendía por el sureste de la Península (la Cartaginense, con Valencia como ciudad-puerto más importante), decidió tras el desastre militar crear su propio reino. Primero levantó un palacio, sobre un antiguo castro construido por el rey Leovigildo (568-586) cerca del río Turia, y luego firmó en el 713 un acuerdo de paz con los recién llegados. Tuvo un hijo, al que llamó Atanagildo en honor al rey que había iniciado la unificación del reino visigodo, pero en torno al 743 el pacto con los árabes se dio por acabado y el reino de este monarca, Theudemirus dux, El último godo, como le denominan en su reciente estudio los arqueólogos Rafael Barroso Cabrera, Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos, dio a su fin. Ahora, las investigaciones sobre las más de mil piezas escultóricas encontradas en los restos del viejo complejo palaciego de Teodomiro, en Ribarroja del Turia, a unos 20 kilómetros de Valencia, han acabado tras cuatro años de trabajos.
El llamado yacimiento de Pla de Nadal fue descubierto en 1971 por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia y excavado por la arqueóloga Empar Juan entre 1981 y 1989. Habían aparecido en un túmulo a las afueras del Ribarroja numerosas “piezas arquitectónicas de gran interés” mientras se hacían unos desmontes para plantar naranjos, según recuerda el estudio Pla de Nadal. El palacio de Teudinir, del coordinador de las excavaciones, Albert Rivera.
Las investigaciones determinaron finalmente que se trataba de dos edificios (un palacio y una iglesia separados 300 metros) que fueron saqueados antes de su incendio y destrucción total por los árabes. De hecho, no se han encontrado en las excavaciones ni muebles ni objetos de metal pertenecientes a este complejo palaciego, pero sí se han hallado cerámicas. Sus análisis han determinado que fueron modeladas a finales del VIII.
El edificio —que sigue en estudio y sin excavar en su totalidad— se alzaba dos pisos, de los que se han mantenido en pie tramos de hasta 2,35 metros de altura. Fue construido en mampostería y sus promotores reutilizaron “grandes piedras romanas” de la desaparecida ciudad de Liria, aunque la mayor parte de los muros son de origen godo.
El hallazgo de un monograma cruciforme con la inscripción “Tebdemir” ha permitido conocer el nombre del promotor y usuario de la edificación, así como relacionarlo directamente con el personaje histórico que intentó crear un reino. “Hay varias interpretaciones, pero la terminación erre de la inscripción, nos lleva directamente a la palabra latina rex [rey], lo que confirmaría que llegó a ser monarca”, señala Jorge Morín, director de la consultora arqueológica Audema. | LEER NOTICIA COMPLETA |  

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