Denuncian que Sudáfrica sigue sumando rechazos de cítricos con plagas y Argentina vuelve a las andadas
Las importaciones de países terceros deben cumplir con los mismos estándares rigurosos, sostenibles y de garantía sanitaria que lo hacen los cítricos europeos
LA UNIÓ de Llauradors denuncia que Sudáfrica siguió acaparando en agosto los rechazos de envíos de cítricos al ámbito comunitario con organismos nocivos y peligrosos y Argentina vuelve otra vez a las andadas con nuevas interceptaciones tras retomar sus exportaciones.
Sudáfrica alcanza 19 interceptaciones en todo este
año, 9 de ellas en agosto, y 7 de ellas con Phyllosticta citricarpa-CBS- y 2
con Thaumatotibia leucotreta. Esta situación pone de manifiesto su incapacidad,
a las puertas de la revisión del acuerdo comercial con la Unión Europea, de
garantizar envíos libres de plagas y supera los rechazos con 6 nuevas
interceptaciones (19 por 13), hasta el mes de agosto. Ahora mismo los lineales
de nuestros supermercados están llenos de cítricos sudafricanos.
Por su parte, Argentina tiene 2 rechazos en agosto,
de Phyllosticta citricarpa-CBS y de Xanthomonas, justo cuando retoma otra vez
sus exportaciones tras la paralización del pasado año precisamente por su alto
nivel de plagas detectado en frontera. “Los argentinos comienzan a exportar a
la UE y vuelven a incumplir la entrada sin plagas de sus cítricos”, indica
Carles Peris, secretario general de LA UNIÓ. En agosto también se detectan 5
envíos rechazados desde Brasil con Xanthomonas y otro de Túnez con Diaspidae.
Desde que en 2016, la UE suscribiera el Acuerdo de
Asociación Económica con los Estados de la Comunidad para el Desarrollo del
África Meridional-SADC (Sudáfrica, Botsuana, Lesoto, Namibia, Suazilandia y
Mozambique), se han producido numerosas detecciones de plagas citrícolas y
enfermedades en frontera e incluso un cierre voluntario de las exportaciones
sudafricanas. Sudáfrica por tanto no cumple, no ofrece garantías y la situación
es todavía más preocupante de cara a la inminente revisión del acuerdo que
corresponde realizar este año. En este sentido LA UNIÓ aboga por una revisión
en profundidad “porque siendo comercial, tiene evidentes consecuencias
fitosanitarias para la sanidad vegetal de la citricultura europea”.
Carles Peris indica al respecto que “instamos a la
Comisión Europea y al resto de instituciones de la UE y, en nuestro caso, al
Gobierno de España, a que impulsen la revisión del mismo y se analice en
profundidad su repercusión comercial, así como las consecuencias fitosanitarias
que existen sobre el sector citrícola europeo”. Así mismo, las autoridades
europeas deben cumplir con su propia normativa y certificar la ausencia de enfermedades
en la fruta importada mediante el tratamiento de frío o cold treatment, algo
que ya utilizan muchos países importadores y que son también potencias
citrícolas como Australia, Corea, China, India o Japón, pero que las
autoridades europeas se niegan a imponer pese a la evidencia.
El Acuerdo con Sudáfrica contempla en su Anexo I la
reducción progresiva de los derechos de aduana para las naranjas dulces, algo
que se inició precisamente con la entrada en vigor del Acuerdo y que se
eliminan definitivamente en el año 2025. La incidencia sobre el sector
citrícola valenciano, español y europeo de la aplicación de este punto concreto
del Acuerdo ha traído consecuencias muy negativas, tanto desde el punto de
vista económico -objetivo del Acuerdo- como fitosanitario y que ha sido
expuesto ampliamente y de forma justificada en siete informes técnicos
realizados por LA UNIÓ que fueron presentados en su día en Bruselas a las
autoridades comunitarias.
LA UNIÓ insiste en que la producción agrícola en la
UE está sujeta a controles fitosanitarios estrictos y comparados con otros
países existen niveles muy avanzados de control de residuos y medidas
ambientales. Por ello, reclama que las importaciones de países terceros cumplan
con los mismos estándares rigurosos, sostenibles y de garantía sanitaria que lo
hacen los cítricos europeos. En el marco del Pacto Verde Europeo y de la
estrategia De la granja a la mesa, que aboga por un sistema alimentario de la
UE más saludable y sostenible, no tiene ningún sentido mantener en estos
momentos las mismas condiciones en los acuerdos que cuando se firmaron.
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