Las plantas que prefieren el fuego
+ TURIA | Un análisis de las especies pirófilas o
pirófitas y su adaptación a los incendios forestales
© Juan María Arenas-Restauración de Ecosistemas
| Las especies pirófitas o pirófilas son especies vegetales, que como su
etimología dice, les gusta el fuego. Les gusta el fuego básicamente porque
ellas son capaces de soportar un incendio.
Esto es un ventaja en sitios y
climas donde los incendios son recurrentes, ya que las especies que no soportan
esos fuegos mueren y dejan ese nicho, ese espacio, para especies “resistentes”
al fuego. Además, las especies que sobreviven a esta perturbación van a tener a
su disposición, por norma general, gran cantidad de nutrientes procedentes de
las propias cenizas y otros restos orgánicos quemados.
Las áreas geográficas
con más incendios forestales son en aquellas con climas áridos y semiáridos,
como el clima Mediterráneo. Esto es debido a que existen periodos de altas
temperaturas y baja humedad, lo que favorece estos incendios. Así que por
tanto, muchas especies de estos climas van a ser pirófilas.
En algunos casos, son
estas especies pirófitas las que favorecen la propagación del propio incendio.
Como ya he comentado que les van bien los incendios… ¡qué mejor que propagarlos!
Estas son las llamadas especies propagadoras de incendios.
Especies con resistencia pasiva al fuego
Algunas especies tienen
características que las hace capaces de soportar incendios poco virulentos sin
morir. Estas características puede que no sean específicas para soportar el
fuego directamente, pero les ayuda a ello. Expongo tres de las más comunes:
• Hojas con abundante agua. Por ejemplo: las especies del
género Aloe
• Yemas de crecimiento protegidas con diferentes estrategias.
• Cortezas con gran espesor de súber. El súber es un tejido
vegetal de células muertas que recubre y protege a los vegetales leñosos, sobre
todo a los árboles. Si este suber es abundante (cortezas son gruesas y porosas)
el interior del árbol queda más aislado del fuego. Por ejemplo: los alcornoques
(Quercus suber) y algunos especies del genero Pinus presentan este tipo de
resistencia pasiva.
Estas especies con
cortezas de gran espesor son capaces de soportar incendios poco virulentos.
Sobre todo si no llegan a afectar a las copas, sino que es un incendio que
afecte a los estratos de vegetación más cercanos al suelo, los conocidos como
incendios de superficie.
Especies pirófitas rebrotadoras
Las especies
rebrotadoras son capaces de quemarse completamente, pero que la raíz y algunas
partes del tronco no mueran. Tras un incendio, estas especies son capaces de
rebrotar rápido, porque aunque parezca que están muertas, realmente no lo
están. Además se aprovechan de que tienen un extenso sistema radicular al servicio
de los pequeños nuevos brotes. Así que suelen ser especies que se recuperan
rápidamente, rebrotando con bastante vigorosidad. Algunas de estas especies son
los eucaliptos (Eucalyptus sp), la encina (Quercus ilex) o el enebro (Juniperus
oxycedrus).
A diferencia de las
anteriores, para estas especies los incendios de copas no son un problema, ya
que en su estrategia de soportar el fuego, dan por perdida la parte aérea. De hecho a estas especies les
favorecen los incendios virulentos de copas, ya que eliminan a otras especies
que pueden estar compitiendo con ellas por los recursos.
Entre estas especies
pirófilas rebrotadoras podemos encontrar especies que son propagadoras de
incendios, como los eucaliptos (Eucalyptus sp).
Especies pirófilas germinadoras o semilladoras
Por último tenemos a un
grupo de especies que sus individuos si mueren tras un incendio, pero que
tienen unas semillas que aguantan perfectamente los fuegos sin perder su
capacidad de germinación.
Estas especies son las que aguantan los incendios más
fuertes, ya que no les importa que todo quede arrasado. Ellas confían en que
tras la muerte de todas las especies, sus semillas van a ser las primeras en
colonizar, porque ya están ahí y no han muerto con el fuego. Entre estas
especies podemos encontrar el romero (Rosmarinus officinalis), las jaras
(Cistus sp), varias especies de pinos (Pinus sp), etc
Para algunas de estas
especies, no solo es que las semillas aguanten con vida, sino que les viene
genial el fuego para dispersarse. Por ejemplo, algunas especies del género
Cistus tienen las semillas en unos receptáculos que explotan con altas
temperaturas. Esta “explosión” hace que las semillas salgan disparadas,
aumentando con ello su capacidad de dispersión. Otro ejemplo de estos son los
pinos, ya que las piñas también se abren con altas temperaturas, liberando así
los piñones.
Dentro de estas especies
pirófitas germinadoras o semilladoras, también las hay que propagan los
incendios, como por ejemplo el caso del pino carrasco o pino de Alepo (Pinus
halepensis). En un incendio, no solo es que las piñas se abren liberando los
piñones, sino que además las propias piñas con fuego salen despedidas a varios
metros de distancia. Esto provoca nuevos fuegos, ya que las piñas encendidas
caen al suelo entre restos de pinaza seca que aún no estaba encendida.
Especies rebrotadoras facultativas
Hay especies que
combinan ambas estrategias, como por ejemplo los eucaliptos, que además de ser
rebrotadores, tienen cápsulas termodehiscentes (de las que explotan con el
fuego) para mejorar la propagación de las semillas durante un incendio.
Restauración ecológica
de Ecosistemas afectado por incendios forestales
Cuando se va a restaurar
un ecosistema tras una afección severa, como puede ser un incendio forestal,
hay que conocer muy bien las especies de dicho ecosistema. En el clima donde
los incendios forestales son recurrentes y hay especies adaptadas a ellos, lo
mejor es esperar, ya que el propio ecosistema está adaptado a recuperarse solo.
Cualquier intervención sobre el mismo hay que hacerla con extremo cuidado para
no interferir en procesos ecológicos muy frágiles, como son el rebrote tras un
incendio y la germinación de semillas en suelos muy susceptibles a la
degradación, ya sea por perdida del mismo o por compactación.
Esto no quiere decir que
la figura del Restaurador de Ecosistemas no sea importante, sino todo lo
contrario. Ya que es necesario estar vigilante sobre los procesos clave, que
pueden marcar que un sistema se degrade mucho o se recupere solo, o casi solo.
En el caso de que haya afecciones graves que limiten la capacidad de las
especies para germinar o rebrotar, como puede ser la perdida de suelo, entonces
sí que habrá que tomar medidas y actuar justo cuando sea necesario.
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