Valencia volverá a quitarse la tilde
El estudio encargado al académico Abelard Saragossà concluye que la forma 'Valéncia' es más coherente lingüística e históricamente, aunque insiste en que su adopción debe contar con consenso político para evitar divisiones
El informe solicitado por el Ayuntamiento de València al académico
de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), Abelard
Saragossà, concluye que la grafía Valéncia,
con acento cerrado, es la forma más apropiada desde
un punto de vista lingüístico e histórico. No obstante, el
filólogo subraya que su adopción oficial debería ir acompañada de un acuerdo político amplio para evitar tensiones
sociales y “superar la fractura”.
“Si
actuamos mal en la dualidad Valéncia/València, alimentaremos la división;
en cambio, si argumentamos y consensuamos, contribuiremos a curarla y
superarla”, afirma Saragossà, quien pide a los partidos “voluntad de entenderse” y asumir que el topónimo
es un “símbolo de todos los valencianos”.
El
cambio llega al pleno municipal de julio
Tras recibir el informe, el equipo
de gobierno municipal, encabezado por María José
Catalá, ha anunciado que llevará la propuesta de cambio a la Comisión de Cultura de la próxima semana y, a
continuación, al pleno municipal de julio.
Si se aprueba en esta primera fase, el nuevo topónimo deberá exponerse 20 días al público para posibles alegaciones.
Luego se votará su aprobación definitiva en el pleno y se enviará al Consell, que dispondrá de un máximo de seis meses para resolver.
A diferencia del informe de
Saragossà, los dictámenes que deberá recabar la Generalitat tendrán carácter vinculante: uno lo emitirá la propia AVL,
evaluando la corrección lingüística de la propuesta, y otro lo aportará el ministerio competente, que comprobará si existe
conflicto con otros municipios.
Razones
a favor de 'Valéncia'
El estudio de Saragossà fundamenta
su defensa de la tilde cerrada en criterios
fonéticos, históricos e internacionales. Recuerda que los
topónimos tienden al conservadurismo y que la evolución de 'Valentia' en las
lenguas romances justificaría esta forma. Además, apela al uso mayoritario
entre la población: “Si los
valencianos decimos 'Valéncia', esa es la forma que debe ser oficial”.
También critica el enfoque
normativo de la AVL y las Gramàtiques Normatives Valencianes (GNV), a las que
acusa de “tapar la subordinación del valenciano al catalán oriental”
en materia de acentuación. Saragossà defiende que “de
coordinación, tanta como sea posible; de subordinación, nada”,
y llama a evitar decisiones impuestas desde “minorías
elitistas”.
Errores
en el proceso anterior de 2016
El filólogo señala que el
expediente de 2016, que condujo al actual uso oficial de València
en valenciano, presentó anomalías.
Entre ellas, la ausencia de un informe fonético riguroso y una documentación
incompleta. A su juicio, aquel proceso generó una “valencianización
inestable”, que dependía del equilibrio de fuerzas políticas.
Además, afirma que el
procedimiento anterior no ayudó a
cerrar heridas sociales sobre la lengua y los símbolos
identitarios, sino que las profundizó. Acusa a la AVL de no aplicar el criterio de pronunciación local y de
no estudiar en profundidad la evolución fonética del topónimo.
Una
nueva oportunidad para el consenso
El nuevo proceso impulsado por el
actual consistorio plantea una segunda oportunidad para abordar el topónimo con
rigurosidad científica y sensibilidad política. El
informe de Saragossà abre el debate sobre qué forma representa mejor a los
valencianos, pero también lanza un mensaje claro: cambiar
una palabra tan simbólica no puede hacerse sin diálogo ni consenso.
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