Hace 170 millones de años la Serranía y Javalambre eran una isla volcánica

 

Cuando lo que hoy es la Península Ibérica vivía una imparable actividad volcánica, los dinosaurios campaban a sus anchas y una flora exhuberante cubría parte de su superficie, hace 170 millones de años, había una isla entre las actuales provincias de Teruel y Valencia.

Tal como detalla el diario Atlántico, se trataba de una isla de origen volcánico denominada Camarena. Y en ese tiempo, en el Jurásico Medio, sucedió un naufragio cerca de ese límite entre las dos provincias citadas que vino a cambiar por completo la interacción de la flora y los insectos en la ahora Península Ibérica. La flora predominante en la isla eran las gimnospermas, plantas productoras de semillas, mientras que los que aterrizaron en la isla fueron insectos como escarabajos, libélulas, chinches y mariposas.

Fue el investigador del departamento de Geociencias Marinas y Ordenación del Territorio de la Universidade de Vigo (UVigo) Artai Santos López quien descubrió el rastro de este naufragio sin proponérselo. Su tesis doctoral, un estudio paleobotánico en la zona, fue el inicio. Y ahora su investigación ha sido publicada en 'ScienceDirect', y es la primera referencia sobre estas interacciones entre plantas e insectos en la Península durante el Jurásico Medio, según ha publicado 'La Voz de Galicia' este viernes.

Cuando Arnai Santos analizó los restos fósiles de las plantas, detectó marcas de herbivoría de insectos, una forma de depredación. Así que comenzó un arduo proceso de identificación e interpretación de huellas que dejaron los insectos en las plantas de aquella isla volcánica que ya no existe.

El investigador afirma que, al igual que Robinson Crusoe en la novela de Daniel Dafoe, los insectos pronto encontraron comida y alojamiento entre las plantas de la isla.  Interpreta que llegaron mediante métodos de dispersión pasivos, es decir, naufragaron y fueron arrastrados por fuertes corrientes de agua. Hasta que se refugiaron en la isla.  Además, los de menor tamaño pudieron haber viajado gracias a las corrientes de aire,  o bien por corrientes marinas. O incluso utilizando vertebrados voladores como los que entonces sobrevolaban el territorio. Se trata de la primera referencia probada de interconexión de la flora y fauna en el Jurásico Medio.

El investigador de la Universidad de Vigo ha contado también con la colaboración de la Universidad de Zaragoza a través de Luis M. Sender. Asimismo, ha trabajado en esta investigación con Torsten Wappler, reconocido especialista alemán en la materia, así como con su director de tesis de la UVigo, Bienvenido Díaz, Michael S. Engel, de la Universidad de Kansas.



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