La población española se adapta a temperaturas cada vez más extremas
La población de España se ha ido adaptando
progresivamente a las temperaturas extremas, tanto de frio como de calor, desde
1989 para el primero y desde 2009 para el segundo.
Este es uno de los resultados de un estudio
elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que
proporciona estimaciones cuantitativas a nivel nacional de la adaptación a
largo plazo de la población a temperaturas no óptimas en los últimos 40 años,
entre 1979 y 2018.
Según los resultados, la mortalidad debida al frío
mostró una reducción significativa, de casi tres veces, mientras que el riesgo
de mortalidad atribuible al calor presentó una reducción mucho menor y solo se
observa al final del período de observación.
La mortalidad debida al frío mostró una reducción
significativa, mientras la atribuible al calor fue mucho menor y solo se
observa al final del período de observación
La temperatura de mínima mortalidad, en la que el
riesgo de fallecimiento es más bajo, disminuyó hasta la década más reciente,
entre 2009 y 2018, cuando el umbral de temperatura óptima aumentó casi 2°C en
España.
El trabajo, que analiza más de 14 millones de
muertes, ha sido publicado en la revista Environmental Health.
“En la actualidad, España es uno de los países más
afectados por el aumento de las temperaturas y las olas de calor dentro de la
región Mediterránea. Con el paso del tiempo, las personas tienden a adaptarse a
las nuevas condiciones, sean desfavorables o propicias”, explica la coautora
Dariya Ordanovich, investigadora del Instituto de Economía, Geografía y
Demografía del CSIC, “sin embargo, valorar adecuadamente la adaptación a las
temperaturas no óptimas en la población es complicado, ya que requiere de la
evaluación conjunta de varios indicadores epidemiológicos”.
“La temperatura de mínima mortalidad se utiliza con
frecuencia como un indicador de la velocidad de adaptación. La lógica es que,
si las poblaciones se vuelven menos susceptibles al calor, se puede esperar un
aumento de esta temperatura óptima con el tiempo. Además, también es crucial
medir la reducción en el riesgo de mortalidad debido a temperaturas no
óptimas”, añade.
“Podríamos
considerar que la adaptación a las temperaturas no óptimas en España se ha
venido produciendo progresivamente. Primero, desde 1989, para el frío y 20 años
más tarde, desde 2009, para el calor. A pesar de esta adaptación, sigue
existiendo un riesgo considerable del calor extremo para la salud, tal y como
se ha visto durante el verano de 2022”, comenta el investigador del Instituto
de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) Aurelio Tobías.
Estrategia de
adaptación al cambio climático
Por su parte, según Diego Ramiro, director del
Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, España debe establecer
como prioridad continuar con el desarrollo de una estrategia de adaptación al
cambio climático. “El incremento de temperatura y las mayores medidas de
protección y adaptación han hecho que la mortalidad relacionada con olas de
frío sea la que más se ha reducido”.
“En el contexto actual, de inflación y donde el
coste de la energía es más elevado, puede conllevar, que, en períodos de frío
más intenso, la población más vulnerable, como, por ejemplo, las personas
mayores, vean limitadas sus posibilidades de protección contra las bajas
temperaturas y eso produzca un incremento de problemas de salud en esta
población. Pero esto –concluye– es algo que solo podremos analizar en detalle
en los próximos meses, cuando los datos se encuentren disponibles”.
Referencia:
Dariya Ordanovich et al. "Temporal variation of
the temperature-mortality association in Spain: a nationwide analysis".
Environmental Health 2023
.-
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