“Nuestras manos son las mejores herramientas porque nos acercan a los demás”

+ TURIA | Entrevistamos en exclusiva a Alfredo Zaragozá, artesano de Sot de Chera, y uno de los últimos depositarios de los saberes tradicionales de nuestros pueblos
Ha pasado a ser casi una imagen arquetípica de nuestros pueblos, del mundo rural en general; objeto de juegos para niños, que recibieron algún pescozón por desliar alguna hilera, frontera contra moscas, mosquitos y otras miradas curiosas. Nos referimos a la tradicional ‘cortina de baladre’ (o de madera de adelfa), ancestral biombo de bienvenida en la puerta de las casas de los pueblos, seguramente la copia de la gente sencilla para disponer de las inaccesibles celosías árabes, que permitían echar la mirada al exterior mientras los vecinos no podían ver el interior, juego de luz y sombra mediante.
Cortina de baladre o madera de adelfa
Sustituidas por modernas composiciones, a base de ikeas y leroymerlines, la siempre útil cortina de baladre ha ido cediendo terreno, como tantas otras artesanías, ante el empuje de los ‘nuevos tiempos’. A tal punto puesta en cuarentena que apenas quedan ‘baladreros’ por nuestras tierras. Por ello es un placer, si no un orgullo, entrevistar en + TURIA a nuestro personaje de hoy. Alfredo Zaragozá Martínez (Sot de Chera, 1944) es uno de los últimos artesanos cuyas manos aún conservan la sabiduría para confeccionar las cortinas de baladre. Fontanero de profesión, y ya jubilado, Alfredo lucha por mantener vivas las tradiciones artesanas de su pueblo.
¿Quién le enseñó a confeccionar las cortinas de baladre?
En realidad, nadie. Ha sido fruto de mi inquietud, de las ganas de hacer cosas. Y de la necesidad. En mi niñez, fruto de la precariedad, no tuve juguetes, imagino que como los demás niños éramos víctimas de la ignorancia y de la miseria de esos tiempos. Aquello me estimuló  para fabricarme mis propios juguetes. Unas tablas y unos clavos oxidados eran nuestra materia prima. Supongo que allí empezó mi afición a los trabajos manuales. Desde siempre me ha gustado realizar mis propios trabajos, desde reparar muebles hasta manualidades como pintar al óleo, a la acuarela, trabajar la enea, realizar juguetes para mis nietos o realizar encuadernaciones. Incluso soy aficionado a fabricar armas antiguas, ballestas, arcos, espadas… 
¿Qué ha ocurrido para que sea usted uno de los últimos artesanos de esta tradición?
No creo que sea el último; estoy seguro de que habrá muchas más personas que de manera anónima, o sin ser conscientes de la importancia de lo que hacen, continúen con esta tradición. En mi caso yo soy un romántico empedernido y me niego a aceptar que ciertos saberes se pierdan. Con un hacha, un martillo y unos clavos se pueden hacer maravillas. Nuestras manos son las mejores herramientas, las más perfectas, hay que darles trabajo, y por si fuera poco... nos acercan a los demás. Cuando barro la calle con una escoba artesanal hecha de palma, la gente que nos visita se queda extrañada y a veces me preguntan  “¿Dónde las venden?”, yo me río y contesto “No las venden porque ¡esto es una pieza única!”
¿Considera que esta artesanía tiene futuro o es solo un homenaje al pasado?
Este tipo de trabajos, tal cual está ordenado el mundo económico, no tiene ningún futuro. Tan solo para la satisfacción personal. Pero no es rentable. En todo caso es importante, casi imprescindible, continuar con estas artes. A menudo la gente olvida que el monte y la Naturaleza nos ha dado lo mejor de sí mismo para que nosotros podamos aprovecharlo durante generaciones. Solo por eso deberíamos de tratarlo un poco mejor. De modo que más un homenaje a nuestro pasado es un homenaje a la propia Naturaleza que tantos recursos nos ha aportado y nos aporta.
¿Cómo podría recuperarse tanto esta como otras artesanías que se han ido perdiendo con el tiempo?
Es posible que se pudieran recuperar este tipo de trabajos si las entidades públicas y los ayuntamientos de nuestros pueblos en particular fomentasen talleres para los niños y adolescentes. Entonces afloraría muchos artesanos, gente mayor dispuesta a enseñar lo que saben. Yo mismo tengo una nieta que quiere aprender a hacer sogueta. Las autoridades se han olvidado de las manualidades, espero que algún concejal de cultura tenga en lo más recóndito de su corazón una brizna de romanticismo y haga algo al respecto.
Sin embargo a veces parece misión imposible que los jóvenes se interesen por estos conocimientos tradicionales… ¿cómo se podría conseguir que las nuevas generaciones vuelvan su mirada a este tipo de trabajos?
Realmente es muy difícil hacer que un joven se interese por estos oficios. Las nuevas tecnologías les “han comido el coco”, creo que es un tema que haría faltar consultar con psicólogos.
Hace unas semanas representó usted a los baladreros en Sot de Chera… ¿qué le pareció esta iniciativa? ¿Le llaman a menudo para este tipo de ferias?
La iniciativa del Parque Natural de Chera-Sot de Chera con la celebración de la feria artesanal ‘De antes’ ha supuesto un balón de oxígeno para todos nosotros. Para los que participamos en la jornada fue un día muy feliz y gratificante; todos nos sentimos, modestia aparte, muy orgullosos de ver que nuestro trabajo gusta a los demás.  La pena es que estos actos se organicen tan de tarde en tarde. No me acuerdo de un acto similar anteriormente. Eso sí, me han prometido que el año próximo se organizará una feria similar. Esperemos que así sea!

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