El 54% de las personas que emprenden en un pueblo son mujeres
La dinamización del campo es uno de los obstáculos a
los que se enfrenta nuestro país. En él, las mujeres juegan un papel
fundamental: son uno de los ejes vertebradores esenciales.
La dinamización o transformación del medio rural
depende, en gran medida, del freno que está suponiendo la despoblación, una de
las lacras que más amenazan el futuro de algunas zonas de nuestro país. Y este proceso de despoblación tiene rostro
de mujer: en estas zonas rurales el escenario demográfico registra a 111,7
hombres por cada 100 mujeres. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y
Pesca señala esta realidad y el origen de la problemática“las mujeres del medio
rural resultan determinantes para su vertebración territorial y social, y son
un vector para la innovación y el emprendimiento rural. En el medio rural
todavía se mantienen escenarios de desigualdad entre mujeres y hombres en un
grado más acusado de lo que ocurre en el medio urbano». No en vano, el 40% de
las mujeres que abandonan su pueblo —a causa de la falta de igualdad y
oportunidades— tienen entre 16 y 44 años.
No obstante, se trata de una situación desafortunada
que puede transformarse en una oportunidad a través del impulso del
emprendimiento. Al menos así lo sostiene el informe Emprendimiento de mujeres
en España, realizado por GIRA Mujeres. Tal como explica el documento, “el
emprendimiento femenino se ha convertido en un fenómeno cada vez más reconocido
e impulsado por visibilizar la contribución de las mujeres al desarrollo
económico y social”, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
marcados por las Naciones Unidas. Esto no solo conlleva una “contribución
potencial al tejido productivo y al avance socioeconómico, sino también al
acercamiento a los objetivos de igualdad y diversidad marcados en las agendas
institucionales”.
Aunque de manera progresiva, de hecho, esta
transformación parece estar teniendo lugar: en la actualidad, más del 15% de
las mujeres de los entornos rurales se encuentra en alguna de las fases del
proceso emprendedor (o lo que es lo mismo: casi 1 de cada 5 se ha arraigado ya
profesionalmente en su territorio). Un dato que hay que celebrar si tenemos en
cuenta que la diferencia porcentual con los hombres (cercana al 5%) es menor
que la media apuntada en países de Europa y Norteamérica. Y este hecho va
traduciéndose en resultados: la reducción de la brecha laboral de género en
relación con hace una década es de 9 puntos porcentuales, según los datos del
ministerio previamente mencionado.
Emprendiendo hacia el futuro
Una de las características más positivas de este
emprendimiento rural tiene que ver con la ratio de proyectos consolidados, que
doblan el porcentaje —con un 10%— de los desarrollados en el ámbito urbano.
Así, si bien hay menos proyectos potenciales en el ámbito rural, su futuro
arraigo parece más probable.
El perfil de la mujer emprendedora también es
alentador: son mujeres con una edad comprendida entre los 25 y 44 años —es
decir, en la cúspide de su capacidad productiva—, con una formación secundaria
o superior en el 82% de los casos y con una autopercepción positiva en cuanto a
las habilidades necesarias para llevar el proyecto a buen puerto.
Los proyectos presentan gran originalidad y
creatividad como es el caso de Al sonido del yunque, una curiosa forja
artesanal abierta en un pequeño pueblo de Toledo. Como señala el informe
elaborado por GIRA Mujeres, se trata de proyectos que, si bien no son tan
destacados —al menos de forma habitual— en los ámbitos tecnológicos e
innovadores, marcan la diferencia en un contexto completamente distinto al
urbano.
Son ejemplos que inspiran y animan a mirar el future
con optimismo. Según señala la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales
(Fademur), si la despoblación del campo tiene rostro de mujer, su futuro
también: el 54% de las personas que emprenden en un pueblo son mujeres, frente
al 30% de las mujeres que lo hacen en una ciudad.Señalan cinco barreras que
impiden un impulso más fuerte en este sentido: la falta de visibilización, el
acceso a la financiación, la brecha digital, la complejidad burocrática y la
falta de formación empresarial. Eliminarlas o atenuarlas es esencial para
dinamizar un entorno más degradado que su contraparte urbana. Así lo resumen
desde Fademur: “El éxito de estas mujeres [emprendedoras] es un éxito para sus
comunidades rurales, por lo que apoyarlas es estratégico para todo el país”.
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