El Rambo de Requena guarda silencio durante el juicio
Pedro
Lozano Jiménez recibió el apodo del Rambo de Requena con tan solo 28 años
después de poner en jaque a los vecinos de una veintena de pueblos de la
Comunidad Valenciana en los que cometía robos con violencia e intimidación en
el interior de viviendas. Este martes se sentó en el banquillo de los acusados
de la Audiencia de Teruel por intentar matar a unos agentes de la Guardia Civil
cuando le descubrieron ocultándose en el Bajo Aragón rememorando a Igor el
Ruso. Sin la jaula blindada en la que estuvo Norbert Feher, Lozano Jiménez
decidió acogerse a su derecho a no declarar, pese a afrontar una condena de 61
años, que solicitan los agentes a los que se enfrentó, y de 29 años que pide la
Fiscalía Provincial de Teruel y la AUGC.
Al
no querer contar su versión, tanto la fiscala, Ester Ventura, como el abogado
de la acusación particular, Jorge Piedrafita, y el de la acción popular,
Mariano Tafalla, se limitaron a formular las preguntas para que constaran en el
acta. Su defensa, ejercida por el abogado Manuel Gómez Campos respetó la
voluntad del joven treinteañero que se encuentra en prisión provisional tras su
detención.
La
investigación no pudo determinar cuándo llegó al Bajo Aragón, pero sí que okupó
una segunda residencia de la localidad turolense de El Castellar para
esconderse de la Guardia Civil de Valencia que le venía buscando. Allí estuvo
hasta el 8 de junio del 2020. Durante su estancia, causó daños en elementos del
inmueble, y se apoderó de menaje de la vivienda, llevándose, entre otras cosas,
una manta, dos toallas, una colcha, una perola, un recipiente y un sacacorchos.
Un modus operandi que usó en Valencia. También entró en otra vivienda del
municipio donde se apoderó de una carabina de aire comprimido y de un
todoterreno Suzuki. Le siguieron, pues previamente habían recibido el aviso del
robo de dicho turismo.
No
conocía la zona y se introdujo con el vehículo en un callejón sin salida. Al
verse acorralado, bajar del vehículo de espaldas a los agentes, ocultando la
escopeta que portaba, y, sin previo aviso ni justificación, con clara intención
de atentar contra la vida e integridad de los agentes, así como de menoscabar
la autoridad que estos representaban, comenzó a disparar contra ellos. A los
dos les apuntó contra la cabeza, alcanzando a uno al que hirió en el brazo y el
abdomen.
Estos
agentes pertenecientes al puesto de la Guardia Civil en Muniesa sí contaron lo
que vivieron. Se cruzaron en el camino del Rambo de Requena en esta localidad
turolense, quien no dudó en dispararles. "Pensé que me mataba y a mi
compañero también", señaló uno de los agentes del instituto armado que ha
tenido que ser operado hasta en seis ocasiones por los disparos de postas para
matar jabalíes que recibió en el brazo, abdomen y pecho.
Este
miembro de la Benemérita explicó que aquel día estaban realizando las labores
propias de seguridad ciudadana cuando recibieron un aviso por la radio de la
sustracción de un vehículo y que podía estar al volante el Rambo de Requena,
"que iba armado y era peligroso". Casualmente se toparon con uno muy
similar, aunque no idéntico que, de repente, dio un giro brusco y se introdujo
en un callejón. Fueron detrás a intentar identificarle. "Le dijimos:
'¿Caballero está usted bien?', pero sin decir nada salió del vehículo con el
arma en la mano y apuntó a mi compañero. Salió con la escopeta preparada para
matarnos", recordó.
Explicó
que "en cuestión de segundos" él salió por la puerta y su compañero,
que es bastante alto, al ver que le apuntó con el arma empezó a ir marcha
atrás, si bien "dio un salto para dispararle". "Ante el primer
disparo yo dije: 'alto, alto, alto' y cuando fui a responder se me quedó encasquillada
el arma", lamentó / LEER NOTICIA COMPLETA
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