Llega la “nueva normalidad” a los cementerios de ciudades y pueblos
El comienzo del mes de noviembre viene marcado por la fiesta de Todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos, unos días entrañables en los que se recuerda especialmente a todos los difuntos y en los que es tradición visitar los cementerios para rezar por ellos y recordarlos. En este año tendrán también especial recuerdo las víctimas de la pandemia de covid-19. Además, este año se podrán celebrar con mayor normalidad aunque manteniendo las normas.
Tal como informa la revista Paraula, el Cementerio
General de Valencia este año celebrará las diferentes misas por los difuntos.
El día 1 a las 13 h. por los sacerdotes fallecidos en el último año y el día 2
la misa de las 16 h. tendrá lugar en la explanada del camposanto y será por
todos los ciudadanos difuntos del ultimo año en Valencia con un recuerdo
especial por las víctimas de la pandemia. Ambas misas está previsto que las
presida el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares. A pesar de que
este año hay menos restricciones sí recomiendan que las visitas se hagan
escalonadamente para evitar aglomeraciones.
El capellán de este cementerio, Benjamín Zorrilla,
recuerda que en este útimo año durante los meses más duros de la pandemia se
han celebrado las misas siguiendo la normativa de cada momento. “Aún así para
muchos familiares ha sido muy duro”, apunta. Además, señala que durante este
tiempo han aumentado los familiares que solicitaban a los sacerdotes que recen
un responso a los pies de la tumba en el momento de la inhumación.
En este tiempo más si cabe los sacerdotes han
querido estar más cerca de las familias que acuden al cementerio a oficiar el
entierro de sus seres queridos. “Lo más importante es acogerles, que se sientan
acompañados en estos momentos tan duros en los que están heridos por la
muerte”, apunta el capellán. En algunas ocasiones, tal y como añade, “nace una
relación que luego mantiene con el tiempo e incluso te piden que acudas a casa
para ayudar a alguna persona”.
En los lugares más remotos de la diócesis como es el
Rincón de Ademuz la pandemia también ha golpeado aunque a un ritmo diferente
que en las grandes ciudades, ya que cuando en las urbes había repunte en los
pueblos alejados estaban mejor y, al revés, cuando se permitía más movilidad en
los núcleos urbanos, en los pueblos estaban peor. Esto ha hecho que los
entierros, tanto de víctimas de covid como no, se hayan tenido que vivir con
restricciones. “En estos lugares viven con profundidad los entierros y tienen
gran carácter social y el no poder acudir o realizar el acompañamiento desde la
parroquia hasta el cementerio ha sido diíficil”, destaca el párroco, Ignasi
Llópez. Aún así, “todos han mostrado una gran responsabildiad y obediencia”,
añade. “Nosotros les hemos animado y les hemos dado la esperanza de que existe
la vida eterna y que estando con Dios no hay llanto ni luto”, añade.
Este año, como explica el párroco, en las diferentes
localidades del Rincón “esperan con ilusión poder participar con mayor normalidad
en la fiesta de Todos los Santos, que aquí es muy celebrada”. En estos días los
sacerdotes presidirán misas en las parroquias y realizarán responsos solemnes
en los diferentes cementerios.
Sin
restricciones
La tónica general de retomar las celebraciones
habituales se vive también en otras localidades como Alboraya, donde, este año
se recuperará la costumbre de acudir en procesión desde la parroquia de la
Asunción de Nuestra Señora hasta el cementerio parroquial rezando el Rosario.
En esta ocasión, saldrá del templo a las 16:30 h. y se dirigirán al cementerio
donde, a las 17 h. se celebrará una misa.
“Este año ya no hay restricciones para visitar el
cementerio, a pesar de todo, se controlará el acceso y se procurará que no haya
aglomeraciones. Además, quienes acudan a visitarlo tendrán que cumplir las
medidas de higiene como el uso de mascarillas y de gel hidroalcohólico”, indica
el párroco, Juan José Llácer. Y recuerda que el año pasado el aforo estuvo más
controlado y la gente hizo lo posible por distribuir las visitas acudiendo al
cementerio los días previos.
También recordando la situación vivida en los meses
anteriores, Llácer destaca que el cementerio de Alboraya abrió durante toda la
pandemia siempre respetando el aforo. “Distinto fue durante los meses de
confinamiento en que sólo se abría para los entierros. Si los familiares nos
avisaban, los sacerdotes acudíamos para rezar un responso por el alma del
difunto ante la tumba”. Por eso, al terminar el confinamiento, “la parroquia
ofreció la posibilidad de celebrar funerales y misas por los fallecidos
contando ya con la asistencia de toda la familia”, señala el párroco.
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