Sinarcas celebra con el cardenal Cañizares su ordenación sacerdotal hace 50 años en la parroquia de la localidad
+ TURIA | Familiares y amigos del cardenal arzobispo
de Valencia han participado en una misa de acción de gracias en la localidad
valenciana
Familiares y amigos del
cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, han participado en una misa
de acción de gracias en la localidad valenciana de Sinarcas para conmemorar el
50 aniversario de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 21 de junio de
1970 en esta misma población, de la que es hijo adoptivo.
En la parroquia de
Santiago Apóstol se dieron cita en esta misa de acción de gracias familiares,
amigos y vecinos de Sinarcas, el pasado domingo 23 de agosto, cumpliendo el
aforo permitido por la pandemia.
El Cardenal, que recibió
como regalo de su familia y de la parroquia una imagen de la Virgen de los
Desamparados, fue recibido por Agustín Alcayde, vicario episcopal de la zona, y
Gilberto Claro, párroco de Sinarcas, quien invitó a los presentes a unirse a la
acción de gracias “por su vida, vocación, fecundo y largo ministerio, y por su
constante búsqueda, amor y defensa de la Verdad”.
En la celebración los
participantes felicitaron al Cardenal por estos 50 años, y destacaron su
“cercanía, humildad y sencillez” al tiempo que
pidieron “que el Señor te dé fuerzas para que tu vida pastoral sea
fructífera”, según expresó Ismael Mallea, primo del Arzobispo, que habló en
nombre de los asistentes.
“Ahora hace 50 años, con las campanas sonando
a la vez, un joven delgaducho y de tupido cabello se postró sobre el suelo de
este templo y tras la imposición de manos -por el entonces Arzobispo de
Valencia, José María García Lahiguera- pronunciaste tu primera misa como
humilde cura”, recordó el primo del Cardenal.
En sus palabras
dedicadas al Cardenal, Mallea resaltó que “Dios te encomendó la misión de
anunciar a Cristo resucitado, recorrer medio mundo y propagar el Evangelio, dar
testimonio de la fe cristiana de manera sencilla y paciente, y tú has entregado
tu vida a servir al necesitado, a socorrer al desamparado, a velar por los
pobres, por los que sufren y por los inmigrantes que buscando el cielo
tropiezan con el infierno del mar azul que los engulle acabando en un
cementerio de sal y lápidas de espuma blanca”.
Esta celebración en
Sinarcas “es sencilla y modesta pero éste es tu pueblo y nuestra humilde
iglesia, el lugar en el que te ordenaste ante tus paisanos y amigos de siempre
y tu familia que tanto te quiere, y en este domingo de agosto Sinarcas, nuestro
pueblo, tu familia entera, se viste de fiesta, está jubilosa, desbordante de
alegría, tremendamente contenta y se alegra con inmenso gozo de esta
conmemoración”, precisó.
Tu familia “siempre
estará contigo para apoyarte en todo”, subrayó Ismael Maella quien añadió: “hay
pastores malos y buenos; los primeros abandonan el rebaño en cuanto escuchan de
lejos el aullido del lobo, los buenos luchan con uñas y dientes para defender a
sus ovejas. Nuestro Arzobispo pertenece a esta última clase de pastores”.
En la misa, el Cardenal
agradeció este homenaje “a mi querido pueblo de adopción, Sinarcas, al que
quiero muchísimo, donde siempre viví de pequeño, joven y de adulto, y donde fui el primero y
el único sacerdote sinerqueño en su historia, por eso mi alegría se vería
agrandada si en Sinarcas hubiese nuevas vocaciones”.
Las circunstancias “no
permiten una reunión masiva y solo podéis participar los que estáis, pero me
siento muy acompañado y arropado por todo Sinarcas, por esta parroquia, la mía,
y por todos mis diocesanos como Iglesia que está en Valencia”, dijo.
“No se me olvidan las
palabras de don José María García Lahiguera ante este altar aquel 21 de junio
de 1970, palabras que me estremecieron y tengo grabadas en mi alma: ´Antonio
querido, vas a ser ungido sacerdote para ser santo sacerdote; Dios quiere que
seas un sacerdote santo, para esto se ha fijado en ti, te ha llamado solo para
esto, si no fueses a ser santo ¿para qué quieres ser sacerdote? Aún estás a
tiempo`”, indicó.
En la celebración, el
Cardenal recordó antes sus “queridos paisanos” de Sinarcas al “sacerdote santo
que nos enseñó la fe y el catecismo, don José Martínez Máñez, a mis padres que
me enseñaron el Credo y a rezar, a los maestros tan queridos… Cuántos recuerdos
de mi época de niño monaguillo”.
Por todo ello, “os
ofrezco esta fe que es la raíz que alimenta mi fortaleza y que ensanchará mi
ánimo ante los tremendos obstáculos que hallamos en nuestro camino
evangelizador”, dijo el Cardenal, quien agradeció “vuestro amor y afecto,
vuestras muestras de cariño y apoyo, vuestra comprensión y cercanía y vuestra
oración, seguid rezando por mí como rezo por todos vosotros, a quienes quiero
de verdad”.
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