Los citricultores perciben el 14% de lo que paga el consumidor en destino
+ TURIA | La Unió de Llauradors denuncia las
“graves disfunciones” que existen en la cadena productiva y de consumo
LA UNIÓ de Llauradors ha
querido poner en evidencia las graves disfunciones que existen en la cadena
alimentaria destacando que los productores de naranjas y mandarinas
(clementinas) únicamente perciben el 14% de lo que paga el consumidor en
destino por la fruta.
Según el estudio
realizado por las organizaciones que componen la Unión de Uniones, con los
datos del Observatorio de la Cadena Alimentaria, la media que recibe el
agricultor y ganadero en todos los productos agrarios estudiados es de un 30%,
pero en el caso de naranjas y mandarinas la situación es mucho peor pues en el
primero la media es de un 16% y en el caso de las clementinas de únicamente un
12%. Los intermediarios se quedan en naranjas y mandarinas un 30% de media y en
el destino el 56% restante. LA UNIÓ pone de manifiesto así que es la
distribución y la industria quienes se reparten la mayor parte de lo que paga
el consumidor, cuando, en muchas ocasiones, su trabajo de transformación es
prácticamente nulo.
Cabe resaltar con estos
datos la dramática situación que viven los productores de cítricos, amenazados
por las concesiones comerciales a países terceros, donde productos como la
naranja o la clementina, no llegan a percibir ni el 15 % en origen, lo que hace
que muchos agricultores abandonen la actividad campaña tras campaña.
LA UNIÓ señala también
que el efecto negativo sobre los productores que tiene el desequilibrio de
fuerzas de la cadena alimentaria en perjuicio del eslabón más débil, el
productor, se ve, además, agravado por cuestiones internacionales políticas que
utilizan como moneda de cambio a la agricultura y la ganadería, como la
imposición de los aranceles por parte de Estados Unidos como represalia por el
caso de Airbus, el acuerdo UE – Mercosur o con otros países terceros como
Sudáfrica o el Magreb (Marruecos o Túnez, entre otros).
En cuanto a la cifra de
gasto en alimentación en el hogar a nivel estatal, la media per cápita se
encuentra en 140 euros mensuales, un 11 % respecto al gasto total y un poco por
debajo de la media europea (UE 28), que se sitúa alrededor del 18 %.
LA UNIÓ valora estos
datos ya que considera que esto significa que nuestra agroalimentación, partiendo
desde el campo, ha logrado ser un aporte valioso a la economía, con un 8 % del
PIB, así como garantizar seguridad alimentaria, diversificar la cesta de la
compra, cumplir con los más altos estándares ambientales y éticos, mientras se
mantienen los precios al consumidor a un nivel asequible “y eso es, en buena
medida, gracias al trabajo de los agricultores y ganaderos”.
La organización recuerda
también la importancia de las Denominaciones de Origen e Indicaciones
Geográficas y el cada vez mayor número de hectáreas de producción ecológica, lo
que nos sitúa en los primeros puestos de Europa en calidad y producción
sostenible.
En este sentido,
destacan desde la organización, “podemos sentirnos unos privilegiados frente a
los 820 millones de personas en el mundo que carecen de una alimentación
básica”. La organización considera que proteger este modelo para los ciudadanos
europeos “debería ser argumento más que suficiente para que nuestros políticos
cuidasen un poco más nuestra agricultura y ganadería”. No obstante, recuerda
también que los dos primeros objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones
Unidas para 2030 son acabar con la pobreza y con el hambre. “Además de la
solidaridad y de la ayuda al desarrollo, la mayor contribución que puede hacer la
Unión Europea es no fomentar con sus políticas la especulación con la
alimentación y la explotación de las personas y de las tierras en ningún lugar
del planeta”.
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