Vallanca no ha dejado de cumplir su palabra…
+ TURIA | La localidad del Rincón inicia la cuenta
atrás para disfrutar del XLIII Septenario de la Virgen de Santerón
Cada siete años, del 16
al 26 de septiembre se celebra el Septenario de la Bajada de la Virgen de
Santerón a la Villa de Vallanca. Se baja a la Virgen a hombros, desde su ermita
situada en término de Algarra (Cuenca) hasta la Villa de Vallanca. Durante los
nueve días siguientes tienen lugar las llamadas Fiestas Gordas, en las que
Vallanca se convierte en la capital espiritual y festiva de las tierras del
Rincón de Ademuz.
El XLII septenario de la
celebración mariana tuvo lugar entre el 16 y el 26 de septiembre de 2012 y el
próximo, que será el XLIII, se celebrará el próximo mes de septiembre.
Elección de la Reina y sus Damas de Honor
Una cita para la que los
vallanqueros, y especialmente su Cofradía, ha iniciado la cuenta, trabajando
desde hace meses para que no falte detalle en un momento tan especial.
En este sentido, el
Ayuntamiento de Vallanca ha invitado a todas las niñas y jóvenes empadronadas
en la localidad (o con arraigo en el pueblo) a que participen de manera activa
en la elección de la Reina y sus Damas de Honor.
Todas aquellas jóvenes
interesadas pueden pasar a apuntarse en el Ayuntamiento, o en el teléfono
978782330, dando su nombre, edad, dirección y teléfono para ser localizadas.
Historia y Leyenda
“Se daba cuenta la
circunstancia de que el lugar donde apareció la Virgen al valenciano de
Vallanca era territorio de Algarra, localidad de Reino de Castilla. Este hecho,
en lugar de suscitar una polémica entre los dos Reinos originó un singular
hermanamiento espiritual. Vallanca y Algarra, -Valencia y Castilla-
consideraron esta imagen como patrimonio común y a ella se aclamaron en cuantas
calamidades padecieron.
Vallanca siempre
consideró a la Virgen de Santerón como imagen propia, aunque respetando las
devociones de los pueblos vecinos. De esta manera se inició la Romería
primaveral que hermanaba a Valencia con Castilla, esta tradición que sigue viva
casi 800 años después.
En el año 1524 se dio un
hecho singular. Una gran sequía asoló estos terrenos. Castilla, Aragón y
Valencia sufrieron un descanso inopinado de sus fuentes, y seguramente esta
sequía azuzó los efectos de la epidemia más terrible de la edad Media: la
Peste. El azote de la enfermedad golpeó con furia la comarca. Hombres y mujeres
morían en sus casas, el luto y el llanto se extendían por doquier.
Desamparados ante estos
males, sin auxilio humano que pudiera remediarlos, los hijos de Vallanca
giraron sus ojos hacia el símbolo más limpio de toda salvación: la sagrada
Virgen, madre de Dios.
El sentir general
expresaba una misma opinión: aquel desastre sólo podría ser eliminado por la
presencia física de la Santa Imagen. Por eso el consejo de la urbe llamó a
todos sus vecinos y con la cruz alzada y
estandartes cristianos se pusieron en camino.
Acudieron a la ermita
llenos de aflicción, poniendo en sus rogativas toda el alma.
La Virgen salió de la
ermita arropada por la multitud. Todos la vitoreaban. Todos la ensalzaban.
Todos lloraban. La bajaron por la sierra y ya en la iglesia Parroquial de
Vallanca, la Virgen de Santerón recibió las oraciones de un novenario, con
todas las esperanzas puestas en su benéfico poder.
Y el milagro se produjo.
El terrible mal que diezmaba a la población desapareció como por encanto. La
mortandad se atajó. Los ya contaminados del terrible dolor experimentaron una
prodigiosa mejoría.
Todos acudieron a la
iglesia a manifestar su agradecimiento a la Madre de las madres. Después de
efectuado tan contundente milagro los habitantes de Vallanca devolvieron la imagen a su ermita. Pero las cosas ya no podrían
ser como antes.
Por votación popular
absolutamente unánime acordaron que cada siete años, y hasta el fin de los
tiempos, trasladarían a la Virgen en solemne procesión para dedicarle idéntico
novenario. El pueblo vestiría sus mejores galas, engalanando sus calles con
flores y tapices, colgando de sus ventanas los más bellos mantones y cubres de
cama. La gratitud a la Virgen había de ser eterna.
Vallanca no ha dejado de
cumplir su palabra”
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