“Para escribir música, Chelva es maravillosamente tranquilo... la mayor parte del tiempo”


+ TURIA | Scott Mannion presenta su disco ‘Loving Echoes’ que ha sido grabado en Chelva, que ha llegado a incluir pasajes grabados en una procesión de San Antón
Scott Mannion nació en Nueva Zelanda. En el país oceánico formó parte de The Tokey Tones, un acaramelado y deliciosamente melódico dúo de twee pop que publicaron dos discos muy recomendables (Caterpillar y Butterfly).

Ambos aparecieron, tal como informan desde la página Verlanga, en Lil’ Chief Records, sello que fundó junto al también músico Jonathan Bree, y en el que han editado joyas de The Brunettes, The Gladeyes o Lawrence Arabia.
En esa escudería saldrá en junio su primer disco en solitario, Loving Echoes, diez primorosas canciones pop (a las que el prefijo dream se ajusta de manera amplia) con ecos a Brian Wilson, OMD, Grandaddy, Camera Obscura, Young Marble Giants o, incluso, Daniel Johnston. Un trabajo en el que han colaborado Clara Viñals (Renaldo & Clara) y sus compatriotas James Milne, Ryan McPun y el mencionado Jonathan Bree.

Loving Echoes ha sido grabado en Chelva, donde reside actualmente Mannion, y muy presente en sus canciones tal y como reconoce el neozelandés, que ha llegado  a incluir pasajes grabados en una procesión de San Antón.
¿Cómo acaba en Chelva un músico de Nueva Zelanda?
¡A veces me lo pregunto! Pero mi camino hacia Chelva no fue directo. Después de dejar Nueva Zelanda, viví en Londres y luego en Gales, pero no eran para mí. Estaba buscando un lugar para grabar en España, ya que había visitado el país un par de veces y me había gustado. Encontré una residencia dirigida por una pareja de músicos experimentales holandeses, Peter Bosch y Simone Simons, en Chelva. Vine a echar un vistazo, me enamoré del lugar ¡y no me he ido desde entonces!
¿Qué es lo que te atrajo del pueblo?
Muchas cosas. El paisaje y su historia (la ciudad es medieval, pero también tenemos un acueducto romano, Peña Cortada, por ejemplo), que es muy exótica para alguien de Nueva Zelanda. La gente es servicial y amable, a pesar de mi mal español. La mayoría de los días tenemos cielos azules claros, en comparación, por ejemplo con Gales, que llueve casi todos los días cuando estoy allí. Para escribir música es maravillosamente tranquilo la mayor parte del tiempo. Y, algo irónico, me gustó el hecho de ser el único que hablaba inglés, y era nativo, cuando llegué.

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