Destino Serranía : Los últimos trashumantes de equino


+ TURIA | La yeguada de la Asociación La Dula la Laguna del Cañizar parte este sábado desde el Valle del Jiloca hacia tierras valencianas
La Laguna del Cañizar, en las llanuras del Valle del Jiloca, despedirá este sábado a la yeguada de la única asociación (La Dula) que realiza la trashumancia entre dos comunidades autónomas. Tras haber pasado los meses más cálidos entre Villarquemado y Cella (Teruel), un grupo de 70 equinos ha partido hacia tierras valencianas para refugiarse de las heladas invernales.

La Comarca de los Serranos, en la confluencia de los ríos Turia y Tuéjar, es el destino final. Pero antes tendrán que atravesar La Puebla de Valverde, la Base del Toro (Castellón), donde el año pasado quedaron atrapados los animales a causa del temporal, la Tejería de la Pobleta o Villar del Arzobispo (Valencia). Una ruta que debería durar siete jornadas y siempre acaba alargándose por los imprevistos.
La función de la yeguada -que va acompañada de siete socios de La Dula, sus perros y todo aquel que se quiera sumar a la causa- consiste en limpiar los caminos, controlando el crecimiento abusivo de cañas o cualquier tipo de maleza.
Baltasar Martínez y Emilio Izquierdo, presidente y vicepresidente de la asociación, encabezan una comitiva que recorrerá los paisajes turolenses, castellonenses y valencianos al estilo de los viejos ganaderos. Desde el romanticismo que conserva esta práctica singular y milenaria.
Al haber menos pastores de ovejas que antes, ningún animal se come las hierbas. Por eso es importante que, cada cierto tiempo, se adecenten las pistas”, explicó Martínez al diario Heraldo, ensalzando que las yeguas buscan el “equilibrio” en su alimentación. “A ratos se comen el verde, a ratos buscan las cañas”, completa Izquierdo, que maneja un grupo compuesto por 56 adultos y unos 10 potros.
Ambos coinciden en resaltar la dureza del recorrido, con temperaturas de hasta -10 grados bajo cero que, algunas noches, obligan a detener la expedición para resguardarse al abrigo de los corrales. “Las heladas son complicadas, pero todavía cuesta más superar la desaparición de determinadas zonas de paso o el solapamiento con algunas carreteras”, lamentan, reclamando más apoyo institucional.
“La trashumancia está en peligro de extinción. Y en buena parte es por la dejadez de las administraciones. Hace falta más implicación para recuperar las cañadas y, si nos descuidamos, será demasiado tarde”, concluyen, sobre una aventura que está a punto de emprender el camino de ida. La vuelta está prevista para mediados de primavera, cuando la labor trashumante influye sustancialmente en el descenso del número de incendios.
  

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