La Aldea de Olla en Marines vuelve a la vida como “ecoaldea”
+ TURIA | El propietario de las tierras y
edificaciones del poblado morisco del siglo XI, declaradas BIC, ha cedido su
uso a un grupo de jóvenes
¿Es posible vivir con
comodidades y lujos del siglo XXI y al mismo tiempo reconectar con el pasado,
con los métodos tradicionales y con la vida pausada y rural? Eso es, al menos,
lo que intentan en la aldea de Olla, en el interior de los montes de
Porta-Coeli, en plena sierra Calderona, perteneciente al municipio de Marines
(Camp de Túria, Valencia).
Tal como informa el diario La Vanguardia, un grupo de jóvenes de diferentes partes del estado
español integran la asociación Reviscolla per la Custòdia del Territori,
centrada en rehabilitar y poner en valor el conjunto histórico del poblado
morisco de Olla, que data del siglo XI.
Son idealistas que
quieren demostrar –ya lo están haciendo- que se puede vivir de otra manera.
Ellos ponen la energía, las ganas de trabajar y, por encima de todo, la vida.
Pero tras estos jóvenes está la verdadera alma del proyecto, Ángel López,
vecino de Burjassot, funcionario en el consistorio y apasionado de la historia
y del patrimonio. “Hace 40 años”, según relata, estaba haciendo una excursión
con su hermano por el monte cuando vieron “una torre” que les llamó la atención
y se acercaron. “Salió un señor mayor, de unos 70 años, con una escopeta”,
recuerda.
Pese a ese inicio un
tanto rudo, entablaron una conversación que, con el tiempo y horas de ayuda, se
transformó en amistad. “Era el señor Pascual, el último habitante de la aldea”,
afirma López. Un día se enteraron de que un primo del inquilino vendía unas
parcelas y, poco a poco, empezaron a comprarlas. Como un puzzle, López fue
coleccionando y completando los terrenos que le faltaban en la Olla y hoy es el
propietario del 90% de sus tierras.
Con su familia, trabajo
y vida hecha en Burjassot, no tenía muy claro que hacer con el antiguo poblado
morisco. Pocos años bastaron para que desmejorara rápidamente y acabara casi en
ruinas. Pese a que el conjunto está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde
2002, lo cierto es que desde las instituciones hacen poco por evitar su
pérdida, y lo que hacen es, sobre todo, poner “obstáculos administrativos”,
según denuncia López.
Después de “darle
vueltas” al asunto, se le ocurrió contactar con laRed Ibérica de Ecoaldeas
(RIE) para plantearles la posibilidad de ceder el uso de las construcciones y
tierras para que se asentara una comunidad. Así llegó un primer grupo de Madrid
procedentes del movimiento social del 15-M y, tras algunos cambios, hoy quedan
“dos parejas estables” que suman la ayuda de amigos y voluntarios que acuden al
lugar con cierta frecuencia. Uno de ellos es arquitecto y otro, técnico
medioambiental. LEER ARTÍCULO COMPLETO
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