Vallanca rehabilita y pone en valor el Molino de la Tosca
+ TURIA | La localidad recupera este espacio en su
vertiente etnológica, histórica y expositiva
El pasado martes 24 de
julio el Ayuntamiento de Vallanca inauguraba una de las grandes apuestas
turísticas del municipio: el rehabilitado Molino de la Tosca, un edificio
histórico que atesora parte de la historia de esta localidad del Rincón y que
el consistorio ha puesto en valor tanto en su vertiente etnológica, con
explicaciones sobre el funcionamiento del molino, como espacio expositivo.
Hasta fechas bien
recientes los molinos constituyeron una industria de transformación fundamental
para la economía. En ellos tenía lugar la tarea de convertir el grano en
harina, producto apto tanto para el consumo humano como el animal.
“Por la documentación
histórica existente”, explica Ruth Sánchez, alcaldesa del municipio, “sabemos
que hasta finales del siglo XVI existía un solo molino en el término de Ademuz,
el Molino Real, cuyo origen se remonta como mínimo a finales del siglo XIII y
desde entonces administrado por los funcionarios reales. Un privilegio real mandaba
que todo el grano que se moliese en el término se hiciese en este molino. A
finales del siglo XVI el Molino de la Villa se mostraba obsoleto para dar
servicio a una población en constante aumento, por ello, en 1593 se obtuvo la
licencia para construir un nuevo molino y un horno de pan en Vallanca. Hacia
1595 este nuevo Molino Real de Vallanca entró en funcionamiento, como lo
atestigua el escudo real cuatribarrado que ostentaba en sus muros exteriores”
Pero Vallanca contó
antaño con varios molinos, no solo el Real. Uno de ellos es precisamente, el de
la Tosca, rehabilitado ahora por el consistorio, que quizá deba su nombre a la
piedra tosca, muy abundante en la zona y utilizada para la construcción del
edificio.
El edificio del molino
de La Tosca estuvo en funcionamiento hasta principios de los años 80 del siglo
XX y el último molinero que trabajó aquí fue Evaristo Rodríguez Férriz , junto
con su mujer Adelina Sánchez Millán.
En el exterior, junto al
edificio, aún se puede ver la balsa donde se almacenaba el agua.
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