"Son saberes que hemos heredado de generación en generación sin preguntarnos su origen"

+ TURIA | Aras de los Olmos se viste de íbero para homenajear un "pasado muy presente" en la localidad
"Mi abuelo tejía el esparto, mi padre me lo enseñó a mí y me gustaría que mis nietos continuasen con esta tradición aunque es difícil"
Por cuarto año, con la llegada del otoño, los vecinos de Aras de los Olmos han vuelto la vista atrás, enfundándose el traje de los orígenes y homenajeando una cultura, la íbera, que aunque parece perdida allende los tiempos y los restos arqueológicos, forma parte del alma valenciana impregnando algunas creencias y comportamientos.
La cuarta edición de las Jornadas Íberas de Aras volvieron a ofrecer un pintoresco cuadro, escenificación y realidad de una vida que enraíza hasta hace pocas generaciones, cuando la modernidad ha derrotado, casi de un plumazo, muchas de las maneras de entender la interrelación entre el hombre y la Naturaleza.
El esparto y el lino, la cerámica, la flora, la miel… un homenaje a viejas tradiciones que han perdurado en el tiempo y que tienen en la milenaria cultura ibérica sus raíces más ancestrales.
"En realidad son saberes que hemos heredado de generación en generación, sin preguntarnos su origen. En cierto modo somos los herederos de todas las culturas que han pasado por Aras"
Unas jornadas que en la jornada del sábado fueron ofreciendo saberes y sabores en cada rincón de este municipio del Alto Turia. Desde el taller de plantas aromáticas, en el Jardín Botánico (recientemente galardonado como mejor iniciativa medioambiental en el certamen nacional de cementerios), con la presencia de Carles Ferrer, conservador del Museo de Prehistoria de Valencia y uno de los principales impulsores de la recuperación de la cultura ibérica en la provincia; la Casa del Cortijo con un acercamiento a la ancestral práctica de la apicultura; el Horno (que tanta hambre quitó durante siglos); los diferentes stands con artesanías; o la visita al Yacimiento Íbero del Castillejo de la Muela, ubicado en la cima de Santa Catalina y, en otros tiempos, vigía del paso fronterizo de los territorios edetanos;
La comida de hermandad, mesa, mantel y caldereta para aunar voluntades como suele ser habitual en Aras, y la observación astronómica desde La Cambra (no puede faltar fiesta en Aras sin que eche una mirada a sus cielos), aunque el cielo no quisiera mostrarse limpio como habitúa, formaron parte de una programación completa para viajar al pasado, a todos los pasados posibles desde los que "mirar al futuro".

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