CulturArts IVC+R recupera la policromía original de las esculturas de Raimundo Capuz de Llíria
+ TURIA | Muy posiblemente esta
es la obra maestra de este escultor, cuya pericia y dominio de la técnica
escultórica empieza a vislumbrarse tras el trabajo de limpieza
CulturArts IVC+R recupera la policromía original
de las esculturas de Raimundo Capuz, de la fachada de la iglesia parroquial de
la Asunción de Nuestra Señora de Llíria.
Los trabajos de restauración de las
esculturas que decoran la fachada retablo de la iglesia parroquial de la
Asunción de Nuestra Señora de Llíria, que está realizando CulturArts IVC+R,
siguen dando gratificantes sorpresas, como la recuperación de la policromía original
en tonos terrosos para conseguir efectos ópticos de tensión y volumen dentro de
un marco arquitectónico.
El templo fue construido en el siglo XVII,
concretamente entre 1627 y 1676, según el proyecto arquitectónico del jesuita
P. Albiniano de Rojas, pero el ejecutor material de dichas trazas fue el
maestro de obras Martín de Orinda. Sin embargo, la fachada, que esta
restaurando la dirección general de Patrimonio, fue diseñada por Tomás Leonardo
Esteve y la decoración escultórica fue realizada en 1700, como se lee en una
cartela de la fachada, por el escultor barroco Raimundo Capuz (ca. 1665-1743),
hermano de Leonardo Julio Capuz, pertenecientes a una familia de escultores
genoveses afincados en Valencia.
Se trata de un grandioso imafronte, levantado sobre
una escalinata de doble tramo, que consta de tres cuerpos superpuestos a modo
de grandioso retablo en piedra. En el primer cuerpo cuatro columnas de orden
toscano flanquean unas hornacinas aveneradas con las monumentales imágenes de
san Pedro y san Pablo, y unos nichos con los bustos de san Sebastián y santa
Bárbara, además de una alegoría eucarística con ángeles sobre el dintel de la
puerta. El segundo cuerpo, ordenado por cuatro columnas de orden corintio,
alberga también hornacinas aveneradas, en este caso con las imágenes de san
Vicente Ferrer y san Vicente Mártir, a los lados, y de la Asunción de la Virgen
en el centro. El tercer cuerpo o ático está ordenado por columnas salomónicas
con la escultura de san Miguel, que recuerda a la del Monasterio de San Miguel
de los Reyes de Valencia, pues no hay que olvidar que tanto en una como en otra
fachada intervinieron Juan y Pedro Ambuesa, arquitectos de Llíria.
Muy posiblemente esta es la obra maestra de este
escultor, cuya pericia y dominio de la técnica escultórica en piedra empieza a
vislumbrarse tras el proceso de limpieza, en el que se han eliminado suciedad y
polvo acumulado por el paso de los años, así como concreciones de gran espesor
que cubrían toda la superficie de las esculturas. Detalles como el perfecto
estudio anatómico del torso desnudo de san Sebastián, la calidad de los ropajes
de la imagen de santa Bárbara, que viste a la moda del siglo XVII con unas
mangas virago (abullonadas con acuchillados atados a intervalos regulares que
dejan ver el tejido que hay debajo) y corsé ricamente adornado, los detalles
tan elaborados de la palma que lleva la santa martirizada o las flechas y sogas
del santo “lo hacen merecedor de todos los elogios escultóricos” ha declarado
la subdirectora de CulturArts IVC+R, Gemma Contreras.
La limpieza de estas esculturas se ha realizado
con medios mecánicos y químicos. Los primeros por medio de microaspiración,
wishab y brochas suaves; y los segundos, mediante empacos de sepiolita y
arbocel, que han permitido eliminar la suciedad y sacar a la luz los tonos
terrosos que policroman la piedra. También se ha realizado una eliminación de
las sales y la consolidación de las partes que lo necesitaban. En la actualidad
se está realizando la reintegración cromática de las zonas perdidas.
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