Trueno y devoción por la patrona en Villar de Arzobispo

+ TURIA | La ‘cordá’ y los actos en honor a la Virgen de la Paz centran tres días de fiesta por todo lo alto
Villar del Arzobispo volvió a rendir tributo a su patrona, la Virgen de la Paz, y un año más lo hizo por todo lo alto, con devoción y trueno, fuego, baile y procesión, en esa mezcla entre lo litúrgico, lo tradicional y lo mundano que tan bien hilan en punto de cruz en este municipio de la Serranía.
Fotografías : Lucía Viguer Gimeno
La Paz del Villar, por supuesto, no sería la misma sin la ‘Cordá’, sonido implacable de fiesta y asunción valenciana, pólvora, color y tronada que los Amigos del Cuete lanzan en honor a la fiesta el viernes por la noche. Y además no falta detalle, con el guión escrito y con venda de improvisación si procede, primero se da rienda al pasacalles, se bailan las jotas en la Plaza de la Fuente, la Jota del Villar, una y grande, preludio del prendido de la hoguera.
Ahí van arracimándose ya las pasiones contra la pólvora; los más pequeños toman así el recinto de fuego para su cordá, cantera de cueteros, mientras se va haciendo camino a base de verbena y mantón de manila, todo ya preparado para el fuego y el trueno. Espectacular cordá, más allá de la medianoche, para despertar si procede hasta los antepasados, con paso de carros y aplausos de emoción.
La Paz del Villar, decíamos, no sería la misma sin su Cordá pero también al revés, que no habría cordá (si se permite semejante suposición) sin la Virgen patrona, y por eso a ella, ya los truenos en cuarentena, se le dedica jornada y media de fe, con procesión y solemne entrada en la iglesia, rodeada de sus devotos, explosión también, aunque menos ruidosa, de la Cordá devota, que haberla, seguro, hayla.
Entretanto los vecinos de la localidad serrana han disfrutado de tres días de fiesta, según cuentan, “que saben a poco”. Aunque eso, bien lo saben en Villar del Arzobispo, a poco sabrían también aunque cien días de paz fuesen.

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